Como un
gran escritor dijo una vez embriagado de ron: “…Esto es un barrizal de
codicia…” (Y del Fango surge la flor de loto…) Podría de alguna manera explicar
lo que es este país. Pero sería también
como si alguien que ha perdido la vida explicara lo que debe ser el acto de
morir. Es tan intenso, surrealista y subjetivo el sentimiento que te provoca,
que te volverías completamente loco intentando buscar una palabra, una frase o
un puto texto de mil palabras que pudiera acercarse a la idea de que un lugar
así exista sobre la tierra.
Te remueve
tanto que hay veces que crees de verdad que estas perdiendo la cabeza. Es un
planeta esquizoide de seres humanos que sobreviven como zombies que se
alimentan de otros. El silencio solo se encuentra a miles de metros de altura.
No se duerme, ni se come, ni se bebe. No hay espacio para nadie e
incompresiblemente todos encuentran un lugar. Es un perro moribundo, una
bombilla fundida, unos ojos negros sobre niebla ocre, es la sociedad en carne
viva, es una dentadura roja y sangrante, es un dominó humano de supervivencia…
Suena como el infierno sobre la tierra y muchas veces hasta yo me pregunto que
mierda hago aquí. Pero nunca en mi vida, y en ningún otro sitio, he visto un
lugar, o lugares (fuera de las fronteras políticas), porque este es un país de
países, que como túneles del tiempo en pocas horas te llevan a otra obra de
actores irreconocibles, lenguas ininteligibles, historias irrepresentables, y
un sin fin de colores, sabores y sonidos de agitan el alma de la cabeza a los
pies. No puedes otra cosa que abrir los ojos en su máximo exponente y dejarte
cautivar, dejarte llevar en una marea de situaciones absurdas e imágenes
Kafkianas. Es la belleza más oscura.
Nunca
me fue tan difícil diferenciar entre lo que es real o no, la verdad y la
mentira, lo falso y lo auténtico, lo bueno y lo malo… ¿Qué es? Intentar
explicárselo es como nacer hacia adentro, hacia las profundidades de la nada.
Nada es, funciona de esta manera, y sin embargo, es un mecanismo oxidado, viejo
y moribundo que funciona y se renueva sin ayuda de nadie, como si el propio
caos tuviera la facultad de reinventarse y progresar. A pasos de gigante arrasa
con toda lógica y se abre paso a un mundo que nada tiene que ver con las raíces
de su árbol sagrado.
¿Como
hizo aquel Dios llamado Ghandi para llegar a organizar este mosaico infinito de
realidades? El mérito es verdaderamente insuperable. Creo que hasta el
anarquista más radical soñaría aquí a veces con cierto orden hipócrita y
mentiroso, con un suspiro de tranquilidad para poder creérselo.
“Nadie llega a conocerse a sí mismo hasta que
no viajas a la India…” Dijo Boyle. Y aunque a veces, mientras subes a lo más
alto de la montaña y crees que empiezas a entender algo, llegas a la cima y ves
abrirse al horizonte las costillas punzantes del esqueleto de la tierra. Y para
todo amante de la mochila cosida a la espalda no hay otro lugar sobre la tierra
que te exponga de maneras más diferentes y reiteradas tus límites físicos,
sicológicos y espirituales. Y por eso la amas, y como amas, la odias y es tan frágil
la línea que desequilibra tu ser y creces a cada paso, con cada persona y la
sabiduría de la realidad que no tiene telón ni descanso.
No pienses, ni pidas explicaciones
occidentales porque la respuesta tiene otra boca diferente que sonríe del otro lado
del espejo. Pero que nadie se confunda, esto son solo palabras, palabras
dictadas desde la pura ignorancia buscando lógica entre tanto desconcierto,
quizás la manera que tiene uno de desahogarse, una llamada al insaciable
buscador que intenta contar a que saben los cuentos…
…Desde
India con amor…
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