"Cuando uno viaja, siente de una manera muy práctica el acto de renacer. Se está frente a situaciones nuevas, el dia pasa más lentamente y la mayoría de las veces no se comprende ni el idioma que hablan las personas. Exactamente como una criatura que acaba de salir del vientre materno. Con esto, se concede muchas más importancia a las cosas que nos rodean, porque de ellas depende nuestra propia supervivencia. Uno pasa a ser más accesible a las personas, porque ellas podrán ayudarnos en situaciones difíciles. Y recibe con gran alegría cualquier pequeño favor de los dioses, como si eso fuese un episodio para ser recordado el resto de la vida.
Al mismo tiempo, como todas estas cosas son para nosotros una novedad, uno ve en ellas solamente lo bello y se siente más feliz por estar vivo..." (Paulo Coelho)

sábado, 22 de enero de 2011

"Australia..."

Ahora no os puedo hablar de Malasia, quiero decir, que lo disfruté mucho, es una ciudad muy multicultural, con templos chinos; mezquitas, templos hindús, budistas… todos juntos, uno frente al otro como si fuera “normal” vivir en diferentes realidades. Es increíble el respeto que tienen unos de otros viendo el mundo desde puntos de vista totalmente diferentes y aun así viendo un mundo solo en el que todos pensamos de diferente manera, pero todos nacemos de una madre, crecemos, intentamos sobrevivir y buscar el mejor camino posible para ser felices.

Hoy es creo, mi quinto día en Melbourne y esto lo escribí la segunda noche de estar aquí:

¡Estoy en Australia! Quiero gritarlo a cada minuto, estoy muy emocionado, es como un sueño estar aquí, todo me parece cercano, es decir, es una cultura y un estilo de vida muy parecido del que yo provengo, pero aun así, es muy diferente, huele diferente, el idioma es un extraño acento mezclado con un carácter campechano e isleño, sonrientes y simpáticos, gente que parece vivir en un lugar y una vida que realmente les gusta. Y realmente tienen una vida fácil, no hay prácticamente parados, la vida es un poco más cara comparada con Barcelona y cualquiera gana mínimo entre 10 y 20 € la hora, sumando claro está que viven en unos de los lugares mas increíbles de la tierra con un clima muy agradable en el sur, y tropical en el norte donde en invierno hace 30º.

Desde que he llegado no he dejado de oír cosas increíbles: paisajes surrealistas, animales únicos y tan cerca que puedes tocarlos, desiertos que tardarías 3 días en cruzarlos por una única carretera, donde si tienes algún problema con el coche puedes estar durante días hasta que algún otro casualmente pase por allí, perdido como un naufrago en una isla de arena. El mejor lugar del mundo, dicen, para ver las estrellas.
Árboles milenarios y cocodrilos. Tiburones, focas, canguros, koalas, ornitorrincos… La gente conoce a estos animales como nosotros aceptamos a la vaca o el águila como un animal cotidiano que todo el mundo hemos visto y aceptado como parte de nuestro entorno.

Estoy al otro lado del planeta y se siente. Sientes algo que te resulta desconocido en la atmósfera, hueles un olor exótico y el cielo es de un color similar al que conoces, pero no deja de parecerte nuevo.
No puedo creer todavía que ya esté aquí, que haya paseado y reído en un lugar que parecía tan lejano como inconcebible.

Llegué sobre las 12 de la noche después de 10 horas más desde Malasia. Hacía días que no había dormido prácticamente nada. Pero el corazón me latía como el de un niño en navidad que sabe que un regalo le espera al despertarse y la noche parece eterna pero a la vez la disfrutas, porque sabes que cuando pase sabrás lo que había dentro del envoltorio, duermes plácidamente, con el paso de las horas y a la vez excitado por lo mágico del momento.

Miraba por la ventanilla del avión, sentado al lado de dos estudiantes indias, que había visto anteriormente en el aeropuerto de Kuala Lumpur. Estudiaban en Melbourne y todo el rato me repetían lo mucho que iba a gustarme esta ciudad, lo especial que era…
Cuando descendíamos para aterrizar, entre las nubes comencé a ver las luces de la costa que formaban una línea sobre la oscuridad marcando el punto sur de la gigante isla donde se encontraba la primera tierra que pisaría del continente oceánico, la primera ciudad de la cara opuesta del lugar en el que crecí.

Aterrizamos y estaba nervioso porque cabía la posibilidad de que inmigración me deportara de nuevo a mi país bajo sospecha. De que me interrogaran sobre mis propósitos en el país y por alguna razón creyeran que pondría en peligro de alguna forma la estabilidad de éste. Nada malo supongo, pero ilegal para algunos poderosos que deciden sobre la humanidad y abren las puertas de una tierra robada como si fueran dueños de ella porque le han puesto nombre, que ya existía antes de que ellos nacieran, desde el principio de los tiempos. Decidiendo artificialmente si eres una persona apta para pisarla. Esto me hace darme cuenta, con un dinero en el bolsillo, de lo que puede llegar a sentir cualquiera de los muchos inmigrantes que prueban suerte en una tierra desconocida poniéndose en manos de unos racistas y nacionalistas que creen que somos desconocidos o diferentes a las personas que les rodean, simplemente por ser flores de diferentes raíces.

Cuando me dejaron pasar la aduana sin preguntas me inundó una emoción que no podía aguantarme y quizá también por el cansancio, unas ganas enormes de llorar de alegría y decir a todo el mundo: ¡Ya estoy aquí! ¡Después de todo he llegado! Parece muy exagerado, pero cualquier persona que alguna vez en su vida haya metido la casa en una mochila, y por alguna razón a decidido dejar la seguridad de un hogar y un entorno para vivir la experiencia de comenzar desde cero en un lugar que nunca ha visto antes y prácticamente desconocido, un dinero limitado, la aventura de viajar a un lugar de los que oías en las películas como el escenario de un cuento, sabe la explosión de vida que se siente.
Pasé por los pasillos y los rigurosos controles del aeropuerto mirando como un niño las fotos de los paisajes y animales que algún día podría llegar a tocar , me paraba delante de ellos con la boca abierta y me repetía una y otra vez lo increíble que me resultaba saber que estaba allí.
Salí fuera con mis mochilas y no sabía que mi amigo que conocí en Granada me estaba esperando, me alegré mucho de verle y de saber que no iba a estar solo y perdido a la una de la mañana en una ciudad enorme intentando encontrar la casa de mi amiga. Esto no es España, a la 1 de la mañana la gente está durmiendo y las calles completamente vacías. Le abracé y nos comportamos avergonzados y conscientes de lo extraño que era poder estar en el país del otro, conocer físicamente los lugares que me contaba como si fueran las fotos de unas vacaciones.
Le conté todo lo que pasó los últimos meses desde la última vez que le vi. El me contó lo que pasó los últimos meses desde la última vez que me vio. Y recordamos añorando los momentos que formaban ya parte de un pasado que recordamos con cariño.

Me encanta como me siento cuando viajo, cuando llego a mi destino, el sentimiento que me recorre el cuerpo.
Encontramos el número de la casa, me bajé del coche y cuando vi el número del piso, miré por la persiana de la ventana contigua y vi sus caras conocidas. Golpeé la ventana y nos pusimos muy contentos de vernos, volví a por mis mochilas e invité a mi amigo para que las conociera. Las abracé, una de ellas acababa de llegar de Indonesia para quedarse también unos meses y veía su sonrisa y el gesto de su cara que era como el mío, sabía que estaba igual de emocionada que yo.
Hablamos hasta las 4 de la mañana, conocí a otras 3 personas y me sentí como en casa desde el primer momento, nos reímos y actuamos como si nos conociéramos de siempre, fue realmente bueno sentir ese tipo de conexión en tus primeras horas en un lugar del que no tenía ni idea y conocer a gente que llevaba durante meses viajando por el país, comenzando exactamente desde mi punto de partida, escuchando boquiabierto sobre un viaje en el que yo acababa de comenzar.

Mi mente estaba despierta, pero mi cuerpo estaba exhausto. Dormí en mi saco sobre el suelo de salón como no había dormido por mucho tiempo soñando que un niño despertó el día de navidad y vio después de esperar toda la noche, por primera vez lo que había dentro del envoltorio de su regalo.

Ahora me voy a dormir otra vez, pero tenía que escribir y contaros por primera vez, exactamente en el momento, que es lo que se siente cuando intento hablaros de lo mágico que es disfrutar así de la vida.
Aunque hayan pasado varios días todavía no he conseguido despertarme del todo. Escribiré pronto todo lo que han pasado los últimos días, que ha sido mucho. Pero actualmente mi amiga de Portugal y yo vivimos en una casa ocupada, que es increíble, ya pondré algunas fotos, a cinco minutos de la playa en el piso de los amigos de nuestros amigos. Así que no pagamos alojamiento, haremos algo de dinero durente un mes cerca de la playa hasta que podamos comprar una furgoneta en la que viviremos y viajaremos los próximos meses que estemos en Australia, y así poder vivir y contaros los cuentos que he escuchado.

3 comentarios:

  1. Plasmas tus vivencias y con esto haces que lo podamos vivir muchos! Mil gracias! Te quiero gitanillo!!

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  2. q pasada endika!como
    me gusta leer lo que vives...
    cuidate mucho

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